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sábado, 9 de mayo de 2015

CAPITULO 30 (Salinas - Mompiche)

Al día siguiente Munrra trabajó y nosotros nos quedamos esperando a Ángel, un miembro del club que nos iba a llevar a conocer la ciudad, él llegó después del mediodía por lo que almorzamos junto a la señora de Paul y luego salimos. Fuimos a conocer la costanera de Salinas y también la chocolatera, lugar donde se junta el mar en la punta de dos costas, una mirando hacia el sur y la otra hacia el oeste, uno allí se siente rodeado de mar.
Ahí nos sacamos las fotos obligatoria y seguimos la vueltita a la ciudad, la cual es muy pintoresca, muy turística, pero no es lo que a nosotros más nos gusta, somos más de lugares inhóspitos.
Ya volviendo nos encontramos a otro motociclista que no recuerdo su nombre pero nos acompañó un buen rato en la rodada y más tarde fuimos a “merendar”, lo que para los argentinos sería una cena, pero a las 7 de la tarde, ya después de eso no se come más.








Después si nos volvimos a casa de Munrra donde nos dimos una ducha y salimos nuevamente ya que esa noche se reunía el club, ahí también la pasamos muy bien, muy buena onda los chicos de Iron Horse a quien debemos agradecer por habernos tratado así, nos hospedaron, nos pasearon por todos lados y también nos dieron una manos muy grande con los parches y calcos, realmente unos genios.
Esa noche Pau se hizo un piercing en su nariz, le dolió un poco pero le quedó lindo, a ella le gusta más que a nadie así que eso es lo importante. Mientras decidía si se lo hacía o no, el público se fue sumando, varios miembros del club y sus novias se acercaban a ver como con un catéter agujereaban la nariz de Pau. Filmaron unos videos buenísimos que aún nos deben.

Después nos volvimos a la casa de Paul a dormir y al día siguiente lo pasamos en la playa los 2 solos, el día estaba espectacular y encontramos una playita bastante desierta para lo cerca que estábamos de la ciudad. Lo único malo es que el mar estaba plagado de piedras, no muy grandes, pero que rompían bastante las bolas para caminar y nadar ya que ni siquiera se hacía profundo. Así y todo nos metimos al agua un montón de veces ya que el sol estaba tremendo.
A la tardecita llegamos de Paul y su señora nos había guardado el almuerzo, increíble cómo nos tratan, ya de tanto agasajo a uno le da un poco de vergüenza. La cuestión es que con vergüenza o no, comimos hasta no dejar nada, la playa nos había dado un hambre que ni nosotros sabíamos.
Esa misma noche nos despedimos de Paul que viajaba a Riobamba a un encuentro y a su vez nosotros partiríamos la mañana siguiente por lo que ya no nos veríamos.
Tal como planeamos a la mañana siguiente partimos, pero lo hicimos a modo “relax”, salimos de short, remera (camiseta) y zapatillas hasta una playa ahí cerca que se caracteriza por ser rosada, está a unos 50 km de Salinas por lo que no mucha gente la visita. Es muy hermoso este lugar, la playa realmente paradisiaca, el mar bastante bravo.



Ahí estuvimos hasta después del mediodía para luego seguir  a un ritmo bien tranquilo visitando cada pueblo que se nos cruzara rumbo norte, de esta manera llegamos a la nochecita a Manta donde nos esperaba María (la señora que habíamos conocido en Argentina).
Al llegar nos acomodamos en una habitación que nos dieron y avisamos a Los Nómadas de Acero de Manta que ya estábamos en su ciudad. En menos de media hora lo teníamos a Jorge, presidente del club junto a varios miembros del club, en la puerta del lugar donde estábamos parando. Nosotros recién habíamos llegado así que le comentamos que estábamos por ir a buscar algo barato para comer porque veníamos de estar todo el día paseando sin comer casi nada más que pan y mates.


Al decirles esto nos comentan que habían estado de hamburgueseada en la casa de uno de los chicos y que habían sobrado, que si no nos molestaba íbamos para allá a recalentarlas. Se imaginan nosotros, hamburguesas y con el hambre que traíamos fuimos como perro tras un hueso.
Después de comer y charlar bastante salimos nuevamente a rodar conociendo un poco la ciudad y esperando a unos motociclistas de santo Domingo y Cayambe que estaban llegando a la ciudad de visita. Mientras estábamos esperando nos invadió el sueño por lo que decidimos abandonar la reunión e irnos a descansar. Pucha si estábamos cansados, al día siguiente, si bien nos habíamos acostado como a las 12, nos levantamos tipo 10 y pico de la mañana.
Linda cura de sueño nos pegamos, después si unos mates y como era domingo, a comunicarnos a comunicarnos con los Nómadas que de seguro andaban haciendo algo y así fue, estaba todos juntos en la playa. Allá nos fuimos a pasar un excelente día acompañados y ya despidiéndonos porque al día siguiente partiríamos.
Al día siguiente partiríamos, pero peculiarmente lo haríamos por al noche, por lo que para estar bien preparados y descansados nos quedamos todo el día tirados, durmiendo de a ratos y comiendo cuando hubo hambre, así llegó la hora de la cena donde nos fuimos con Pau a un lugar donde venden pollo muy barato y después ya con la moto armada salimos para Mompiche.
Cuando arrancamos eran como las 11 y media de la noche pero estábamos bien despiertos. Por precaución y también para llegar de día fuimos bien despacio, hasta charlando por momentos.
Paramos varias veces a tomar mates y como a las 4 de la mañana en una estación de servicio (gasolinera) nos quedamos durmiendo más de media hora, vino muy bien para seguir con todas las pilas el tramo que nos quedaba.
A Mompiche llegamos como a las 6 de la mañana ya con ganas de dormir, averiguamos el precio del camping y era el mismo que cobraban por una habitación con baño privado, no era la habitación más linda del mundo pero si tenía una cama cómoda y baño para nosotros solos por lo que nos quedamos con esta opción, además se venía el cumple de Pau y había que festejar jaja.
Bajamos las cosas bastante rápido de la moto y nos fuimos a dormir. Nos despertamos cerca del mediodía derecho a buscar agua para unos mates y en ese mismo instante irnos a ver el mar.
La playa en este lugar es buenísima, poca gente, bastante extensión de arena y el mar parece una pileta, casi no hay olas. Pau que no sabe nadar se metió más de 150 mts. hacia adentro, yo como 300 y sin correr ningún peligro, realmente divertidísimo y a la vez relajante.
Así estuvimos chapoteando, tomando sol y también muchos mates hasta que el sol nos empezó a dar duro, ahí decidimos ir a buscar un almuerzo el cual conseguimos por 3 dólares cada uno con entrada y plato principal.
Después de comer nos fuimos a caminar un rato llegando a una playa de la cual nos habían hablado bastante los lugareños y turistas ya que esta es de una arena totalmente negra.
Al llegar como unos nenes lo primero que hicimos fue hacernos “milanesa”, nos embardunamos todo en arena para la foto y después nos fuimos corriendo a meternos al mar, en este lugar, ya que la orientación de la costa cambia hacia otro punto cardinal, las olas son bastante fuertes y se pone bastante bravo, estuvo bueno, para variar con la tranquilidad de la mañana.
Esa noche, y ya muertos, por los mismos 3 dólares conseguimos una cena también completa y le sumamos una cervecita festejando por anticipado el cumple de Paulita.
Ya después de esta refrescante botella nos fuimos a dormir.
Al día siguiente volvimos a ir  a la playa y en una de esas, cuando salía del mar veo venir a una chica la cual llega primero a encontrarse con Pau y ahí veo que se abrazan, era Fer, una loca que conocimos en Cuzco que sigue viajando al igual que nosotros, la única diferencia que ella anda sin movilidad, o sea a dedo o en colectivo, pero con el mismo espíritu aventurero. Como dice un amigo los viajeros al menos, se cruzan 2 veces!
Para festejar el cumple de Pau, como nunca lo hacemos nos dimos unos cuantos gustitos en el día.. digamos que lo festejamos los dos. Comimos almuerzo y cena por ahí de vuelta y también un par de helados y cervecitas, estuvo muy entretenido el día, el cual nos encontró en esta playa del Ecuador como Paula había dicho alguna vez antes de comenzar el viaje.











Al día siguiente dormimos hasta media mañana, nos tomamos unos mates y como ya habíamos hablado con Juanito de Santo Domingo (el dueño del bar donde habíamos estado trabajando) decidimos irnos hasta allí para trabajar el fin de semana y después si continuar viaje hacia el Oriente (selva).
De esta manera salimos antes del mediodía con la obligación de llegar a trabajar para las 16:00 hs. Ese día tuvimos la mala noticia de que Salvador, nuestro anfitrión en esta ciudad con el cual ya habíamos hablado, había tenido un viaje de improvisto y no estaba por lo que nosotros no teníamos donde quedarnos. Como íbamos a trabajar y nuestro horarios son particulares, decidimos no molestar a nadie e ir al hotel barato que habíamos ido la vez anterior, eran 10 dólares por noche pero teníamos agua caliente, internet, televisión y además podíamos dormir hasta cualquier hora, hacer pulseras o lo que  se nos dé la gana.
Llegamos sobre la hora así que dejamos las cosas en nuestra habitación y así como estábamos nos fuimos al bar donde nos recibieron muy bien, aunque hubo que ponerse las pilas a laburar porque la gente empezó a llegar. Como siempre en Margarita, nos fue re bien, los chicos la mejor onda, lo que nos paga por ir a trabajar de mozos también re bien y además estamos a full vendiendo pulseras por lo que el fin de semana nos resultó muy productivo.
Ya después de trabajar el finde el cual lo pasamos en el bar y el resto del día durmiendo, mirando tele o haciendo pulseras en la habitación.
Pensábamos salir el domingo hacia Quito pero el sábado pasamos a saludar al gringo, no lo encontramos , pero si a su padre el cual nos preguntó por la moto y tras hablar un rato nos pidió que fuésemos el lunes que quería regularle las válvulas, como esto no nos cobra un centavo no podíamos exigirle que lo haga antes así que tuvimos que quedarnos.
Como el domingo estuvimos libres nos dedicamos a seguir con la producción de pulseras, a mirar el clásico de futbol de argentina, Boca River y más tarde nos fuimos al Chifa (comida china) del chino jajaj, el chino es un amigo que conocimos acá en esta ciudad y que nos invitó a comer a su restaurante a lo cual no nos negamos, después de comer nos fuimos a dar unas vuelta por ahí en auto con un amigo de él y más tarde a dormir.
Al día siguiente como habíamos acordado, a primera hora legue al taller del gringo donde en un rato ya estaba todo listo. Como venía trayendo desde Guayaquil el aceite que nos habían regalos, decidimos que este era el momento de cambiarlo y aprovechamos el estar en el taller del Gringo.
Ya antes del mediodía me volví al hotel a buscar a Pau que se había quedado armando el equipaje. Al llegar atamos todo a la moto y nos fuimos ahí a la vuelta donde habíamos estado comiendo esos días por 1.75 dólares cada uno (para los que le gusta saber precios).

Nos sentamos a comer y mientras le dábamos los primeros bocados apareció Sócrates, el motociclista que habíamos conocido la primera vez que llagamos a esta ciudad, como es súper amable, se sentó a almorzar con nosotros y al terminar nos dijo que el nos invitaba. Nosotros ya estábamos de salida así que nos despedimos y salimos a la ruta, Edwin Villacis nos esperaba en Quito, teníamos solo 2 hs de ruta. Hasta la próxima . . .

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