18 de
Diciembre: Nos levantamos temprano, la felicidad de saber que conoceríamos un
nuevo país hizo que nos levantáramos con muchas ganas, desayunamos en el hostel
y bajamos a armar la moto, como la lluvia se hizo presente desde temprano
salimos con los trajes de lluvia puestos.
En 10
minutos ya estábamos en la frontera con Perú, ya no teníamos un solo boliviano
encima lo que nos complicó un poco las cosas ya que para salir de Bolivia nos
pidieron fotocopias y no teníamos como pagarlas, explicamos en la frontera pero
no hubo solución así que tuvimos que salir a pedir a alguien que nos regale
estas fotocopias, para nuestra suerte un coreano no tuvo problema en ayudarnos,
ya con fotocopias en mano y tras hacer unos trámites rápidos dejamos atrás el
hermoso país de Bolivia el cual nos deslumbró durante casi 3 meses con su
naturaleza y su gente, nos llevamos muchos amigos de acá por lo que dejamos la
excusa perfecta para volver, gracias Bolivia por tanto.
Al llegar
del lado peruano a hacer los tramites íbamos con mucha expectativa de como nos
iba a ir, cuantos días nos darían para estar en Perú y todas las cosas que unos
piensa al cruzar una frontera. Por suerte en esta frontera son bastante
flexibles y sobre todo buena onda, les contamos de nuestro viaje y estamparon
el sello en nuestro pasaporte con 90 días de permiso así que ya estábamos felices,
solo quedaba hacer el trámite de la importación de la moto, también en este lugar nos trataron muy bien
al punto de terminar sacándonos fotos con los policías, dejándoles una calco
nuestra pegada en su destacamento y por supuesto con la felicidad enorme de
tener 90 días también para la moto.
Después de
hacer todo esto comenzamos a transitar por suelo peruano, hacia muchísimo frio
y para colmo más adelante comenzó a llover y bastante fuerte, salimos sin
destino fijo y sin saber cuanto se tardaba aproximadamente en llegar a cada
ciudad, así fuimos pasando por Puno primero, lugar que decidimos no quedarnos
ya que no nos gustó mucho además de que ya hacia un par de días que veníamos
disfrutando del lago Titicaca en Copacabana. Lugo llegamos a Juliaca una ciudad
muy grande la cual se destaca por su caos vehicular, súper poblada de moto
taxis con carrocerías con techos, muy peculiares estos transportes los cuales
parecen hubieran salido de un hormiguero, así que sin dudarlo seguimos camino a
Cusco, sabíamos que sería difícil llegar ya que ya estábamos pasando el
mediodía.
Antes de
continuar aprovechamos lo beneficioso de estas ciudades y nos comimos un
almuerzo súper barato y rico, después si con la panza llena seguimos viaje.
Nuevamente
la lluvia nos acompañaba y a medida que pasaban los km íbamos subiendo cada vez más, a medida que
avanzábamos los cerros nevados los teníamos cada vez más cerca haciéndose
sentir el frio hasta los huesos, realmente lo estábamos sufriendo ya que llovía
y hacia muchísimo frio y no encontrábamos un solo hueco donde parar a esperar o
tomar algo calentito. Entre Juliaca y Cusco es todo naturaleza, solamente hay
algunos poblados muy chicos en los cuales no hay mucho para ver ni hacer.
Cuando
estábamos a unos 100 km de Cusco, pasamos por una tienda la cual tenía una
cafetera arriba de la mesa, así que paramos y bajamos temblando de la moto
entrando a esta tienda donde nos trataron como en casa, nos cobraron 2 cafés y
casi le tomamos la cafetera entera. Ya un poco más recuperados del frio nos
pusimos a hablar con el hombre del lugar, preguntándole cuanto tardaríamos en
llegar a Cusco y si había lugares antes donde poder dormir. Ya se estaba
haciendo la noche y el frio era cada vez más fuerte por lo que esta buen hombre
nos ofreció quedarnos a dormir ahí en su tienda, nos dijo que no nos cobraría
nada y que tenía para darnos un colchón y unas frazadas, nos pusimos muy
felices por tanta bondad y aceptamos su invitación, lo ayudamos a bajar el
colchón, armamos la cama y entramos la moto. Ya acomodados decidimos comprarle
2 platos de arroz con huevo los cuales salían solo 1 sol cada uno y estaban
riquísimos, ni bien terminamos de comer, no serían ni las 8 de la noche, pero
igualmente decidimos meternos en la cama a dormir calentitos, mejor no podría
haber sido nuestro primer día en Perú.
19 de
diciembre: empezamos a escuchar ruidos en la tienda a eso de las 5 am y como
estábamos de invitados nos dio vergüenza quedarnos durmiendo así que nos
levantamos con los primeros rayos del sol, había muchísima niebla y hacia mucho
frio. Mientras, tomamos el café, acompañado de unas frutas que nos quedaban,
luego armamos la moto y ayudamos a guardar las frazadas y el colchón, cuando
miramos la hora ya eran casi las 7 así que decidimos salir a la ruta, estábamos
cerca de Cusco así que fuimos bien despacio, sacando fotos y parando a tomar
mates. Antes del mediodía ya habíamos llegado, si, estábamos en Cusco, ciudad
que siempre creí lejísimos pero acá estábamos, y habíamos llegado sin problemas
en 5 hermosos meses de viaje.
Atravesamos
toda la ciudad en la moto siguiendo los carteles que te llevan al centro
histórico, al llegar a la plaza de armas no podíamos creer la belleza de esta
ciudad, no me gustan las iglesias pero debo reconocer que la construcción, independientemente
de lo que piense, impacta.
Dimos un par
de vueltas y nos fuimos a buscar la dirección de Jeremías, un argentino de la
provincia de Córdoba que vive en Cusco, él nos estaba esperando, así que cuando
llegamos a su casa lo llamamos y en unos minutos ya estaba ahí con nosotros.
La pasamos
muy bien junto Jere quien nos abrió las puertas de su casa, la cual es un
departamento muy pequeño, un monoambiente donde estaba su cama, la televisión,
heladera y algún mueble. No quedaba mucho espacio, pero como dice el dicho y se
notó, la casa era chica pero el corazón muy grande, así que ahí en el medio
inflamos un colchón de Jere donde dormimos los dos.
En Cusco
estuvimos mucho tiempo, al día siguiente de llegar nos fuimos caminando al
centro, mientras paseábamos se nos ocurrió preguntar en un restaurante por
trabajo, fue el primer lugar donde preguntamos y nos dijeron que si, nuestra
función era la de llevar gente a comer, caminábamos por la plaza con tarjetas
del restaurante o simplemente nos parábamos en la puerta del local ofreciendo
la carta para que la lean.
Trabajando
conocimos a una señora llamada Alice la cual tiene un hostel y nos dijo que
vayamos por un precio muy bajo (8 soles), como estábamos trabajando creímos que
esta era una buena opción para estar cerca del trabajo y no molestarlo a Jere
en su casa así que le dijimos que al otro día iríamos a su hostel.
Nosotros
estábamos contentos por el trabajo y por haber conseguido hostel pero al llegar
a lo de Jere le contamos como era el trabajo y lo que nos pagaban y nos dijo
que era muy poco el pago, así que al otro día fuimos a reducir la jornada
laboral a la mitad y aumentar el pago en relación a las horas que trabajamos,
aceptaron pagarnos un poco más e ir solo medio día pero no estaban muy convencidos,
ya que al día siguiente nos dijeron que no vayamos más. Pero como siempre
decimos, las cosas pasan por algo, charlando en la plaza con un argentino nos
dijo que estaba vendiendo trufas y que le era más redituable que trabajar en un
lugar con un jefe y demás.
Antes de
saber que nos quedábamos sin trabajo nos fuimos al hostel de Alice (The Aquí´s
House), al llegar, Pau se puso a contarle de nuestra página y Alice se puso muy
contenta con esto, hasta quería pagarnos por publicidad, pero nosotros preferimos
que no nos cobre nuestra estadía en lugar de estar cobrándole. De esta manera
nos instalamos en el hostel, solo estábamos nosotros, una chica llamada Anca,
de Rumania y Fredy de Lima. Cuando nos enteramos que no teníamos más trabajo, y
ya con la idea de quedarnos en Cusco a pasar navidad y año nuevo, decidimos
ponernos a hacer trufas, las cuales les poníamos galletitas de chocolate, dulce
de leche, avena y cacao.. quedaron buenísimas y realmente se notó al venderlas
ya que con caminar un par de horitas en la plaza sacábamos lo suficiente para
pagar un hostel y comer, pero como no estábamos pagando hostel nos servía para
juntar un poco de dinero.
De a poco el
hostel se fue llenando de gente y sobre todo de argentinos, conocimos a
Rodolfo, Fer, Adri, Vanina, Pepa, Bruno, unos chicos de Cordoba, otros de
Brasil, a Maquita de Lima a Fredy que ya lo había nombrado quien estaba junto
su novia Dione, a los uruguayos Flor y Kevin, a Francisco y Jeimy de Chile que
viajan en bicicleta y seguramente me esté olvidando de alguno, la cuestión es
que había mucha gente y ya éramos una familia, comiendo siempre juntos,
festejando las fiestas juntos y también saliendo algunas noches a los bares.
Así fueron
pasando los días y como nos daba un poco de vergüenza no estar pagando
comenzamos a ayudar a Alice en su hostel el cual se le había llenado y la
estaba sobrepasando, pero como a veces la gente no sabe aceptar un buen gesto
prefiere abusarse, por lo cual pasamos de estar ayudando a estar trabajando,
primero lo bancamos bastante bien, le organizábamos el hostel, la ayudábamos a
atender la puerta, limpiar la cocina y hasta le hicimos una mudanza un día que
nos pidió. Pero de a poco la onda fue cambiando, y no con nosotros sino en el
hostel en sí, y todos los huéspedes, como ya éramos familia sentíamos todos la
misma mala onda pero no sabíamos porque. Un día Alice nos vino a pedir si no
podíamos dormir en una sola cama porque no tenía lugar y tenía reservas pero no
tenía cama, como no pagamos no tuvimos ningún problema en dormir en una sola
cama.
A medida que
transcurrían los días, Alice nos pedía que hagamos más cosas por lo que nos
pasábamos todo el día trabajando en el hostel o vendiendo trufas, entonces un
día hablando con Pau y aprovechando la venta de trufas decidimos decirle a
Alice de pagarle en vez de ayudarla, ya que se venían las fiestas y queríamos
disfrutar.
Pasamos una
excelente navidad y año nuevo con los chicos, comimos y tomamos bastante en
ambas fiestas, pero la particular fue la de año nuevo ya que el hostel estaba a
tope y nos divertimos al máximo, luego de brindar, salimos a tomar algo por ahí
y mas tarde nos volvimos al hostel a dormir y para nuestra sorpresa en el
hostel estaba la música al máximo, y quienes estaban con la música eran Alice
con sus hijos y amigos tomando muchísimo alcohol, esto no nos molestó para nada
ya que era año nuevo y está bueno festejar, de ese modo con la música a tope
todos nos fuimos a dormir sin problemas, a la mañana al levantarnos la música
seguía igual y Alice y sus compañeros estaban borrachísimos por lo que el
hostel ya era un caos, todos estaban muy disgustados con esta situación y no
específicamente nosotros ya que no somos de quejarnos, pero verdaderamente
estaba todo muy mal, baños sucios, vomitados, gente que no eran huéspedes
dormidos en el piso con sus ropas vomitadas, no lo podíamos creer, y para
colmo, para ponerle la frutilla al postre al mediodía, mientras seguían tomando
se empezaron a agarrar a las piñas lastimándose mucho, dejando sangre en todo
el hostel y todos los que estábamos ahí no sabíamos que hacer, hablando entre
nosotros decidimos que nos iríamos todos por todo esto que estábamos viviendo.
Y como si fuera poco a la noche a una chica le robaron el celular dentro del
hostel, pero habiendo tanta gente extraña la verdad que las sospechas empezaron
a surgir y todos estaban muy desconformes.
Por todo lo
acontecido al otro día nos fuimos todos dejando el hostel vacío, la verdad que
no es lindo contar esto pero es lo que paso y forma parte de nuestro viaje.
De este modo
algunos sacaron su pasaje a Lima, los chilenos salieron en bici para Machu
Pichu y con Pau, acompañados de Adri, Kevin, Vanina, Bruno y Pepa nos fuimos a
buscar un hostel barato, caminamos todo el día no pudiendo encontrar nada como
los 8 soles de Alice pero la mala experiencia nos había servido para aprender
que a veces hay que pagar un poquito más, como seguíamos vendiendo trufas
podíamos darnos este gusto. Los chicos habían conseguido un hostel a 14 soles
con desayuno y una pieza para los 7 con baño privado, estaba bueno el hostel y
además valía más caro pero los chicos habían llegado a ese precio así que allá
fuimos, al Hostel Imperial.
Al llegar
entramos los 7 a la habitación y después de 10 minutos de estar instalados nos
vinieron a golpear la puerta para sacarnos las toallas y papel higiénico ya que
decían que por la rebaja no nos correspondía, no nos habían dicho esto antes,
pero bueno, lo aceptamos sin protestar.
A la mañana
siguiente nos levantamos a desayunar, café con leche, te, panes con manteca y
mermelada y panqueques, éramos los más felices del mundo. A la noche todos
juntos nos hicimos un pastel de papa argentino y luego nos fuimos a un bar a
tomar algo.
A la mañana
siguiente nos despertamos con resaca, nos pusimos despertador para bajar a
desayunar, pero para nuestra sorpresa cuando bajamos no nos querían dar
desayuno porque estábamos pagando más barato y ahí sí, contrario a cuando nos
sacaron la toallas todos nos pusimos a protestar llegándonos a enojar bastante,
cosa que no buscamos en nuestro viaje, de este modo y gracias a la mala onda
nuevamente decidimos irnos también de este hostel. Habíamos averiguado hacia
unos días por 13 soles uno que estaba buenísimo, se llamaba Shlomi, es un
hostel Israelí, el cual cuenta con agua caliente, wi fi, cocina, mesa de pool,
play satation 3, televisión y sobre todo, y lo más importante BUENA ONDA. No tenía
desayuno pero fue el mejor lugar que estuvimos en Cusco, aquí también conocimos
muchísima gente, había gente de Córdoba, de Tucumán, Salta, Buenos Aires, Santa
Fe, Brasil, Israel, Chile y de España.
Acá la
pasamos tan bien y tan relajados estuvimos que nos costó mucho irnos de Cusco,
en si nuestra estadía duró casi un mes y en este último hostel estuvimos como
10 días, siempre vendiendo trufas y uno de los últimos días hasta pudimos
vender artesanías en la plaza yéndonos muy bien.
Los últimos
5 días cada mañana nos levantábamos diciendo que nos iríamos de Cusco pero por
una cosa o por la otra siempre terminábamos quedándonos, pero como siempre fue porque
estábamos felices no había problema.
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