19 de
Noviembre: nos levantamos temprano en casa de Raúl y después de desayunar
atamos todo a la moto para salir a la aventura, sabíamos que nos esperaba un
camino bastante difícil ya que eran más de 500 km de ripio, la idea era hacerlo
en 3 días.
A eso de las
10 ya estábamos en ruta, teníamos unos pocos 10 km de asfalto hacia
Quillacollo, allí empezaba lo lindo, los primeros km un empedrado bastante
parejo pero a su vez bastante duro por lo que fuimos medio despacio, ya que el
paisaje verdaderamente se iba poniendo muy bueno, subiendo km a km superando
así los 4000 m.s.n.m, más adelante comenzó el ripio y recién ahí pudimos ir un
poquito más rápido, aunque nunca superamos los 50 km/h. A eso de las 13 hs
llegamos al primer pueblo del camino, Morochata, allí nos pedimos un almuerzo
para compartirlo, esto es algo que hacemos siempre y no por gastar poco sino
porque generalmente los almuerzos consisten en una sopa de entrada y un plato
principal, además de la abundancia a veces, más que nada por Pau, hay que
probar las comidas ya que algunas son algo picantes o quizás no le gustan
demasiado. En caso de gustarnos la comida y quedarnos con hambre (generalmente
quedamos satisfechos) pedimos otro almuerzo más. Este día comimos una sopa de
maní y como plato principal un pique macho, este plato ya lo comemos a menudo,
papas fritas, cebolla, morrón, salchichas y carne, una delicia, todo esto por
10 Bolivianos ($20).
Luego de
este almuerzo, bastante llenos y con un poco de calor continuamos el viaje,
entre subidas, bajadas, curvas y contracurvas, todo al borde del abismo
llegamos a Independencia a eso de las 17 hs, un pueblo bastante chiquito, como
estábamos cansados y acá en Bolivia los hoteles son bastante baratos fuimos a
averiguar a ver que conseguíamos, apuntamos a lo más humilde pero sinceramente
dejaban mucho que desear además de que ninguno tenía agua caliente. Solo
quedaba un hotel que a la vista se veía lindo pero nos dijeron que era caro,
por lo que fuimos a la policía a preguntar dónde podíamos armar nuestra carpa,
ya que si no nos íbamos a duchar nos daba lo mismo donde dormir. Tras las
indicaciones de un policía fuimos yendo hacia el lugar donde podíamos acampar,
en el camino un hombre en una moto nos
paró y nos dijo que fuéramos a este hotel que se veía lindo pero que nos habían
dicho que era caro, pero según él no era así. Como no queríamos ser descorteces
allá fuimos, al llegar lo primero que preguntamos es si tenían agua caliente,
al recibir una respuesta positiva pasamos a averiguar el precio, la mujer
encargada arranco con un precio de 100 Bs la habitación y tras regatear un poco
terminó cobrándonos tan solo 60 Bs ($120) por la habitación para los dos con
baño compartido, muy contentos dejamos la moto guardada y ni siquiera bajamos
nuestras cosas ya que no teníamos ganas de armar de vuelta al otro día.
Nos fuimos a
bañar ni bien entramos a la habitación y nos volvimos a poner el disfraz de
moto ya que no teníamos otra ropa a mano, así bajamos caminando al pueblo donde
compramos unas bananas, pan y queso. Estábamos tan cansados que ni ganas de
cenar teníamos, solo unos panes con queso más un café que nos calentamos con el
calentador que fue una de las pocas cosas que bajamos de la moto además de los
cepillos de dientes jajaja. Después de la improvisación de cena a dormir como
angelitos.
20 de
Noviembre: nos despertamos antes de las 8 y nos quedamos un rato más en la
cama, al rato ya nos levantamos, nos hicimos un café y nuevamente pan con queso
antes de salir. A las 9 ya estábamos saliendo con un mapa a mano alzada que nos
había hecho el hombre que nos mandó a ese hotel, este mapa fue muy útil ya que
en nuestro GPS nos marcaba como si fuésemos por el medio de la nada, no aparecía
ningún camino a la vista pero los lugareños sabían muy bien por donde ir hacia
Quime que era nuestro destino.
En unas 2
horas ya estábamos en Pucara, bien arriba en la montaña y viendo en frente, en
la otra montaña otro pueblo por el cual deberíamos pasar pero primero debíamos
bajar muchísimo hasta el rio, el cual lo veníamos viendo de arriba y ya se veía
grande, al llegar nos sorprendió aún más, al menos unas 60 mts de ancho y la
profundidad había que comprobarla caminando por él, para ver por donde cruzar
ya que no había puente. Por suerte ya teníamos algo de información sobre este
rio y también por donde era más aconsejable cruzarlo, el agua traía mucho barro
por lo que estaba muy marrón haciendo imposible a la vista darse cuenta uno de
la profundidad. Para nuestra suerte al llegar al lugar recomendado para cruzar
nos encontramos con una pareja de Suiza que andaban en una camioneta que habían
alquilado, ellos, al igual que nosotros primero iban a verificar la profundidad
caminando para luego si cruzar con el vehículo. Al verlos a ellos meterse al
agua, quisimos aprovechar para “no mojarnos”, le preguntamos si la podían
cruzar a Pau en su camioneta y yo me saque mis botas y pantalón para cruzarlo en
pantalón corto y poder continuar el viaje seco. Primero cruzo la camioneta con
Pau, sin problemas unos 50 cm de profundidad, y atrás fui yo, puse primera y
con confianza me mande a cruzar este rio que a medida que iba a entrando con la
moto parecía hacerse más ancho, por suerte cruce sin problemas pero me moje
hasta el alma.
Ya del otro
lado del rio los suizos siguieron su camino, le agradecimos por haber cruzado a
Pau y muy lentamente comencé a ponerme de nuevo mi pantalón de moto y mis botas,
ya vestido nos subimos a la moto y salimos, no hicimos más de 500 mts y nos
volvimos a encontrar con el rio, por suerte no era el mismo que el anterior y
el agua era cristalina pero con mucha corriente, por lo que tampoco veíamos el
fondo, pero si vimos a la camioneta que ya iba más adelante por lo que
decidimos cruzar sin tantear la profundidad, muy mala decisión, ya que al
entrar la moto se hundió bastante teniendo que acelerar con muchas ganas para
no quedar en el medio, la profundidad aquí superaba los 60 cm y por supuesto
que nos mojamos ambos tanto los pies como los pantalones ya que el agua salto
para todos lados y los pies de ambos totalmente sumergidos, y lo peor era que
en los próximos 500 mts deberíamos cruzar el rio unas tres veces más, ya
mojados lo encarábamos sin pensar.
A pesar de
quedarnos sintiendo un poco de frio la experiencia estuvo muy buena, unos km más
adelante alcanzamos a los Suizos quienes nos pedían disculpas por no
esperarnos, es que ellos se sorprendieron de igual manera que nosotros con los
últimos cruces ya que el 100 % de la gente solo nos habló de la complicación de
cruzar el primer rio, el que era más ancho y con mucho barro.
Riéndonos
con los suizos de nuestra pinta, chorreando agua seguimos camino, al llegar al
otro pueblo que veíamos de la punta del otro cerro paramos a comer nuevamente
pan con queso, para variar, y unas frutas, mientas mirábamos el cielo el cual
se iba cubriendo de nubes negras. Hablando con una persona del pueblo por donde
debíamos seguir nos afirmó que se venía la lluvia, el tema era que en este
pueblo no había lugar donde quedarse, realmente son muy chicos por lo que
decidimos ponernos los trajes de lluvia y continuar camino, para esto los
suizos se fueron adelante de nosotros en su camioneta.
A los pocos
km comenzaron a caer las primeras gotas
y más adelante ya era tormenta, por suerte el camino mantenía su buen estado,
solo se complicaba un poco la visibilidad y la adrenalina de ir lloviendo al
borde del precipicio, íbamos sin riesgo alguno, pero la adrenalina se sentía
igual. Hicimos lloviendo los siguientes 50 km, obviamente en ripio, habremos
tardado unas 2 horas en hacer este tramo. En un momento llegamos a una de las
tantas quebradas que cruzamos en el camino donde uno hace unos cuantos km al
oeste, por ejemplo, luego cruza un rio que cae por la montaña (generalmente un
hilo de agua) y luego sigue la misma cantidad de km al este, así es todo el
camino uno va y viene muchísimas veces, haciéndose el camino muy largo, pero a
la vez vistoso y divertido. Sin irnos de
tema al estar llegando a esta quebrada veíamos como los suizos ya iban por en
frente en dirección este y nosotros detrás de ellos pero en dirección oeste, al
legar a donde se cruza el rio no podíamos creer lo que veían nuestro ojos, un mar
de agua con barro bajaba por la montaña cortando el camino y hasta dándonos un
poco de miedo ya que no sabíamos que hacer ni hacia donde volver, el rio traía
consigo piedras del tamaño de un televisor como si fuesen livianas, así también
troncos, pudimos así apreciar la fuerza de la naturaleza la cual nos decía,
chicos, hasta acá llegaron.
Con mucha
incertidumbre dimos vuelta la moto y para nuestra sorpresa debajo de la lluvia
apareció un camión que iba hacia Quime como nosotros, hablamos con el chofer el
cual nos dijo que esa caída de agua suele ser muy lev,e que estaba así porque
estaba lloviendo en la cumbre, que él iba a esperar porque iba a bajar, ya con
esta información decidimos esperar también ya que volver era medio en vano, no
había pueblos cerca y para llegar nuevamente a Independencia deberíamos cruzar
nuevamente los primeros ríos que tanto nos habían costado, también había que tener en cuenta que después de
cruzar esos ríos fue cuando se largó a llover por lo que seguramente habrían
crecido más aún.
Nos armamos
de paciencia y para nuestra suerte salió el sol, eso quería decir que el agua
iba a empezar a bajar pero no sabíamos cuanto tardaría, ya eran las 15 hs
aproximadamente e iba llegando más gente por el camino en camionetas y motos,
de un lado y del otro del rio, así estuvimos más de 2 horas, cuando en un
momento las motos que estaban de nuestro lado y ya con el agua un poco más baja
decidieron intentar cruzar, la fuerza del agua seguía siendo muy fuerte por lo
que nos dijeron que iban a cruzarlas empujando y no andando. Algunos metían un
palo en el agua para ver la profundidad, otros tiraban piedras para hacer una
especie de camino por donde cruzar, así habrán estado una media hora hasta que
un corajudo se sacó sus zapatillas y se metió al rio, la profundidad ya no era demasiada
(unos 50 cm) pero la fuerza del agua no mermaba. Pasaron los minutos y una
segunda persona se metió al rio decidiéndose así a cruzar la primer moto, una
cross 125 cc sin equipaje la cual debería pesar un tercio de lo que pesa la
nuestra cargada, empujando entre tres personas consiguieron pasar la moto sin
mayores riesgos, detrás de esa moto pasaron otra moto chica también sin
problemas, pero con sus dueños metido en el agua, no había otra opción. Tras
pasar esta moto el hombre que estaba ayudando a todos a cruzar nos animaba a
nosotros a meter nuestra moto, yo les decía que estaba muy pesada y que
sinceramente me daba miedo, el tema es que ya eran las 4 de la tarde y nos
quedaban aun 2 hs hasta legar a Quime, por suerte en estos viajes a uno se le
desarrolla la intuición a la enésima potencia, por lo que con toda la calma que
pude me puse a hablar con Pau para que se anime a cruzar el rio junto a moto
ayudando a sostenerla y también a empujarla, costo un poco convencerla pero
menos de lo que imagine en un principio. Tras notar este convencimiento fui a
hablar con el hombre que había ayudado a las otras 2 motos y fuimos acercando
la moto a la orilla al meter el primer pie en el agua sentía como el rio seguía
trayendo consigo piedras por suerte de tamaño más pequeño que las de 2 hs atrás
pero igualmente nos pegaban en los pies y también se incrustaban en las ruedas
de la moto, Pau venia del lado derecho de la moto en contra de la corriente,
cosa de que si no pudiese aguantar la fuerza del agua quedara trabada contra la
moto, yo agarrándola del manubrio, haciendo muchísima fuerza ambos, más el
hombre que empujaba de atrás, a mitad del rio nos dimos cuenta que no íbamos a
poder cruzarla ya que Pau temblaba del miedo y entre nosotros 2 no lográbamos
avanzar mucho, para nuestra suerte otro hombre que estaba del otro lado se metió
al rio y tirando de la horquilla logramos cruzarla hasta el otro lado, yo
también debo reconocer que el miedo me invadió a mitad del rio pero a la vez sabía
que por nada en el mundo iba a dejar caer la moto, sin aire y casi sin poder
hablar agradecimos a los que colaboraron en la odisea de cruzar la falcon, una
vez del otro lado ya nos sentimos como nuevos, Pau contenta porque a pesar de
las dificultades, haber cruzado el rio era lo mejor que nos podría haber
pasado.
Así que
empapados y cansados continuamos viaje hasta Quime donde llegamos casi de noche
desesperados buscando algún hotel barato con agua caliente, por suerte en el
primero que preguntamos conseguimos buen precio y ducha así que ahí nos
quedamos, seguíamos mojados por lo que decidimos bañarnos inmediatamente
quedándonos debajo del agua como media hora cada uno para volver a sentir las
extremidades.
Luego del
reconfortante baño bajamos a comer algo en el pueblo, fuimos a un lugar que
estaban pasando el aburridísimo partido de River-Boca, donde compartimos una
cena con Pau de sopa y carne a la cacerola, luego de comer y ver el partido a
dormir porque estábamos más que muertos.
21 de
Noviembre: no pusimos despertador y nos levantamos medio tarde para salir, ya
que sabíamos que sería el día que tendríamos que hacer más km, nos separaban
unos 270 km a La Paz los cuales más de 200 eran de tierra, desayunamos un café
y unos pancitos y nos pusimos a atar todo a la moto, yo me fui a un locutorio a
llamar a Oscar, la persona que nos esperaba en La Paz, él nos dijo que teníamos
todo asfalto hasta allí, pero nosotros siempre buscando aventura empezamos a
preguntar por dónde encontrábamos el camino de tierra que nos figuraba en el
mapa, dicho camino lo había hecho Yann, nuestro amigo francés hacia unos días,
pero de las 15 personas que preguntamos en el pueblo nadie nos supo explicar
por dónde tomarlo.
Ya creyendo
que iríamos por asfalto por la falta de información salimos a la ruta, en el
GPS no figuraba un camino de Quime a La Paz pero si 2 caminos que se cortaban
en el medio, solo teníamos que averiguar con los lugareños si estaba la
posibilidad de unir esos 2 caminos para poder lograrlo, hicimos unos 30 km por
ruta de asfalto ya viendo como aparecían los cerros nevados y también el frio,
de pronto encontramos un desvío de tierra que era el primer tramo del camino
que nos figuraba en el GPS, allí nos paramos sin saber qué hacer, de repente
comenzó a caer granizo, en mis adentros pensaba en largarme sin preguntar a
nadie pero era medio arriesgado ya que hacia frio y por esos caminos casi que
no había pueblos, salvo esos pequeños que siempre íbamos cruzando en el medio
de la nada. Por suerte y como caído del cielo apareció un hombre en su moto
cargada a tope, él iba hacia Viloco por ese camino y nos dijo que si íbamos por
ahí antes de llegar a Viloco podíamos desviarnos a Cairoma y de ahí preguntar
para ir a La Paz, que si se podía, esto nos dio mucha felicidad. El único
problema es que yo sabía que habíamos salido demasiado tarde y que también
habíamos perdido demasiado tiempo parando a ver mapas y preguntando a la gente
por este camino. Igualmente salimos en el ripio y gracias a dios que fuimos por
allí, el camino subió hasta los 5200 m.s.n.m viendo la espectacular cordillera,
allí arriba comenzó a nevar, para nuestra suerte en poca cantidad pudiendo así
disfrutar de este factor climático, sino hubiese sido un nuevo problema, al ir
subiendo aparecieron unos lagos de unos colores turquesa los cuales parecían
irreales, mereciéndose paradas a sacar fotos y saltar de la alegría por estar
viendo estas cosas a pesar de que sabíamos de que en cada parada nos
retrasábamos un poco más en llegar a La Paz, así subimos y subimos entre lagos
y las minas que aparecían en cada cerro, km a km encontrábamos entradas a los
cerros, las cuales hoy en día se trabajan, también veíamos los pueblos mineros,
los cuales uno los distingue por el tipo de gente que la habita ya que a la
vista se ve gente muy sufrida, y parece mentira pero los pueblos mineros hasta
tienen el color de sus minerales, como así también se ve maquinarias apropiadas
para el trabajo minero, rieles para los carros y cosas que ya se escapan a mi
conocimiento pero que realmente impactan, parecieran de otra época.
Así fuimos
comiendo kms y de a poco empezando a bajar, sintiendo así más calorcito, esta
vez habíamos salido sin comida por lo que estábamos esperanzados en llegar a
algún pueblo donde almorzar o comprar algo pero este no aparecía, pero como
siempre, algo bueno pasa, más adelante nos encontramos con los suizos del día
anterior los cuales al vernos llegar nos hicieron señas para que paráramos, así
que ahí nomás nos sentamos con ellos a apreciar el hermoso paisaje con sus cerros
nevados acompañados de un sándwich que nos convidaron a cada uno más un pequeño
vasito de vino el cual nos devolvió la temperatura al cuerpo.
Agradecidos
por este pequeño almuerzo nos despedimos ya que en moto teníamos que llegar si
o si a algún lugar con civilización ya que el clima no daba para acampar además
de que Oscar nos esperaba en La Paz. Empezamos a darle duro, no fuerte pero si
continuo, solo sacando fotos desde la moto y sin parar, nos quedaban unos 200
km aun y ya estábamos pasando el mediodía, pasamos por Cairoma y no había un
solo lugar donde comer algo por lo que compramos frutas para llevar el resto
del camino y seguimos andando, el camino de aquí en adelante iba de un cerro al
otro subiendo y bajando 3000 mts a cada rato, llegamos a estar a 1500 m.s.n.m y
también a 4500 m.s.n.m, pasamos del calor al frio de una hora a la otra, esta
vez no tuvimos tanta suerte y el camino cada vez se ponía más difícil, muy duro
y otra partes con piedra suelta por lo que no hacíamos más de 30 km a cada hora
teniendo que parar cada 2 hs al menos a descansar y comer alguna fruta y tomar
agua, así fueron pasando las horas y de repente bajo el sol, nos quedaban 50 km
de ripio más unos 30 de asfalto a la Paz, aprovechamos la ultima hora de luz
pero ya sin sol y luego hicimos los últimos 20 km de ripio más los 30 de
asfalto en plena oscuridad, una experiencia muy rara pero también muy linda,
fuimos bien despacio con todos los recaudos del mundo llegando sanos y salvos a
La Paz a las 20:30 hs, un viaje para no olvidar nunca más, los 3 días fueron
realmente espectaculares pero este último tuvo el condimento especial de rodar
por más de 10 hs en paisajes muy distintos y climas muy diferentes.
Lo bueno es
que Oscar nos estaba esperando, ya medio preocupado porque creyó que iríamos
por asfalto, por lo que nos esperaba unas cuantas horas antes, de todas maneras
nos recibió muy contento invitándonos a cenar y luego acompañándonos al lugar
donde dormiríamos, nosotros creímos que nos iba a dar un lugar para nuestra
carpa pero al final nos llevó a un departamento donde pudimos dormir calentitos
y placenteramente con nuestra bolsas de dormir en unos sofás.
Así concluyó
nuestro día y nuestra travesía de 570 km casi todo de ripio de Cochabamba a La
Paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario